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Un choque de miradas accidentado. Así comienzan la mayoría de las grandes historias. Y ésta, no iba a ser menos. Lo primero que me advirtieron antes de comenzar mis prácticas de psicología en el Centro de Salud Mental La Cascada, fue que no podía, bajo ningún concepto, involucrarme personalmente con un/una paciente. Pero claro, si hubiera hecho caso, no tendríamos historia. Soy Dulce Andrade, una chica de lo más normal, estudiante universitaria y futura psicóloga (o no), y ésta, es la historia de cómo mi mundo “perfecto” y “normal”, se vio abruptamente irrumpido por ELLA; la princesa de cuyo cuento se sentía bruja. Hermosa, misteriosa, fría, ausente, vacía, loca. Esto no es un cuento de hadas, yo no soy un príncipe azul, y lo más parecido que tengo a un caballo blanco, es un precioso Husky Siberiano llamado White (más guapo e inteligente que cualquier caballo). Así que, no. Esto no es un cuento de hadas. Esto no es más que un desastre. Mi hermoso desastre. “Me atravesé en su camino como la primavera se impone ante el invierno; frenándolo despacio y en silencio.”